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    AI : ARTIFICIAL INTELLIGENCE (2001)     IR AL SITIO OFICIAL

Hace dos años les compartí, a través de este boletín, algunos datos sobre los proyectos que ocupaban a Stanley Kubrick antes de morir. Entre ellos estaba AI, basada en el cuento Supertoys Last All Summer Long de Brian Aldiss. Tiempo después se supo que los herederos de Kubrick le permitieron a Spielberg realizar la cinta porque, según esto, él era el único que podría realizarla. Como admirador de Kubrick, esperaba ansiosamente ver qué hacía el director de E.T. con el legado del maestro. Es sabido que Kubrick había desarrollado ya una historia e incluso había filmado algunas secuencias pero consideraba que los efectos digitales no eran lo suficientemente sofisticados para mostrar su visión. Desde ese punto de vista, Spielberg era en efecto el más indicado para realizar la cinta, pero ya me dí cuenta de que no era suficiente con eso. La primera parte de AI está impregnada de un tono que recuerda varias películas de Kubrick: la cámara casi no se mueve y ofrece planos generales y con pocos acercamientos. Incluso el score de John Williams (eterno colaborador de Spielberg) no suena a John Williams. Además, el ritmo narrativo no se parece en nada a lo que el realizador de JAWS nos tiene acostumbrados. Spielberg acostumbra contarnos y mostrarnos todo lo que sucede y en esta primera parte de la cinta hace todo lo contrario. Las secuencias terminan cuando han proporcionado la información suficiente para ir hilando la historia e incluso lograr ciertos efectos dramáticos especiales, más al estilo de Kubrick. De hecho, la primera parte fue de mi total agrado porque además mantiene el espíritu escencial de la historia de Aldiss. El amor que siente un niño-robot por sus padres/dueños es el centro de la historia. Podríamos asumir que ese fue el homenaje que Spielberg le hizo a Kubrick o que lo hizo así para no defraudar a sus admiradores. En realidad no importa eso porque lo que sigue de la historia es todo lo contrario. Sentí como si un reprimido Spielberg de pronto explotara y ansiosamente conviertiera su, hasta entonces, meditativa historia en una montaña rusa en su más puro estilo jurásico. En otras palabras: hechó todo a la basura. Los movimientos de cámara y la edición se convierten en un festín de acción y aventuras y hasta el score de Williams cambia radicalmente, recordándonos los temas de Indiana Jones o a los dinosaurios del mundo perdido. Resulta que el niño se cree Pinocho y quiere convertirse en un niño de verdad para que su mamá lo quiera y se lanza en busca de su hada madrina. En el camino conoce a un robot-amante, interpretado por Jude Law. Aquí existe otro problema. El personaje de Law va de acuerdo con los motivos de la cinta: el amor de verdad. Este robot fue creado para proporcionar placer, algo que con frecuencia se confunde con el amor. Pero hasta ahí llegó su justificación porque en realidad no aporta nada nuevo a la trama más que ayudar al niño en su búsuqeda. Bien podríamos cambiar al personaje y la historia sigue siendo la misma. Acaso el único acierto que encontré en las aventuras de Spielberg es el hecho de que los mejores amigos que jamás tuvo el niño eran también robots. La última parte de la película toma lugar en un futuro aún más lejano habitado por robots súper desarrollados que encuentran en David (el niño robot) una reliquia viviente a quien quieren cuidar y complacer, como si fuera una pieza de circo. Spielberg no logra contenerse y nos quiere mostrar todo a detalle, los súper robots del futuro y su mundo, todo con su acostumbrado despliegue de efectos digitales que terminan opacando y olvidando la historia que, se supone, él quería contar.

No se trata de echarle a Spielberg sólo por echarle. Recuerden que EMPIRE OF THE SUN es una de mis cintas favoritas y le guardo profunda admiración por varias de sus obras. Pero aquí se metió en camisa de once varas. En realidad hubiera preferido que no realizara esta película. Prefiero quedarme con el cuento de Aldiss y con mis especulaciones personales sobre lo que Kubrick hubiera hecho con él. Si acaso el mejor logro de esta cinta es hacernos recordar y extrañar el gran ingenio y creatividad de Stanley Kubrick.

 

 

pepecaudillo / 13·08·01

 

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