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Dos
películas de estreno reciente y que aún permanecen en cartelera, son la mejor
forma de disfrutar de un cine comercial con algo de calidad artística.
THE
MESSENGER: THE STORY OF JOAN OF ARC
El
director francés Luc Besson (La Femme Nikita, Léon, The Fifth Element) nos
cuenta la historia de la heroína que salvó a la corona francesa de la invasión
inglesa. La historia comienza
cuando Juana es niña y entre tanta violencia y tragedia de la invasión, esucha
una voz que le dice que ella será la libertadora de Francia.
Total que crece y convence al pisoteado rey de proporcionarle un ejército
y comandar así batallas campales. Lo demás, pues es obvio, gana batallas,
asombra a los hombres que antes se burlaban de ella, etc.
El rey recupera el trono. Las escenas de batallas están muy bien hechas,
especialidad del director, y nos transmite el furor de la protagonista.
En cuanto a veracidad histórica, la película falla mucho.
Muchos diálogos suenan muy actuales y algunos disfraces no son muy
convincentes. Pero lo importante es
que por fin tenemos una película “histórica” que no es aburrida y que, en
menor grado, desmitifica a su personaje central.
Más delante, cuando las cosas no se ponen tan bien y la heroína es
reprimida, Besson nos sorprende con una secuencia que cuestiona los motivos de
Juana de Arco, algo nada comercial. Resulta
interesante ver cómo el director se vale del aparato hollywoodense para
producir una película complaciente al paladar come-palomitas y que además deja
algo al espectador que busca algo más que entretenimiento.
TODO
EL PODER
Este segundo largometraje de Fernando Sariñana es un buen ejemplo de lo que pudieron haber sido otras películas mexicanas recientes, si hubiesen sido hechas por cineastas talentosos. Esta es una comedia con toques satíricos que muestra cómo la inseguridad y la corrupción afectan a los deefequenses. Ante la evidente impunidad de los delincuentes, un grupo de amigos decide luchar personalmente contra los criminales. La mejor cualidad de este filme son los personajes, están muy bien expuestos y desarrollados. La sátira del comandante Elvis Quijano (interpretado por Luis Felipe Tovar) está genial. Los diálogos son ágiles, maldicientos y reales. El espectador mexicano no está acostumbrado a escuchar maldiciones en sus películas, por eso le causa gracia cuando un personaje las utiliza, aunque no sea comedia. En Todo el Poder hay muchísimas maldiciones, todas justificables, pero noté que en ciertas ocasiones la gente no se reía (yo tampoco). Ahí me dí cuenta cuán reales eran esos diálogos y esas maldiciones. Se escuchaban normales. La técnica fotográfica y de edición es muy ágil, como de película de acción norteamericana. Este es el tipo de cintas que pueden levantar a la industria cinematográfica en México: historias comerciales de buena manufactura realizadas por escritores, directores y actores buenos. El chiste es que este tipo de películas generen dinero, manteniendo cierto valor artístico, y se puedan así producir filmes de ambición.
pepecaudillo / 25·01·00